Martina agitada, no revuelta by Olga Salar

Martina agitada, no revuelta by Olga Salar

autor:Olga Salar [Salar, Olga]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2016-01-01T05:00:00+00:00


13. ¡Feliz no cumpleaños!

Hoy me despierto con la desagradable sensación de que el tiempo pasa demasiado deprisa. Tan mal está la cosa, que hoy hasta me cae bien Peter Pan, y eso que en un día normal no sería el caso. ¿Qué queréis que os diga? Es un tipo demasiado señoritingo y machista para mi gusto. Ha decidido no crecer y necesita una madre que le cuide de por vida: que le cuente cuentos, le lave la ropa, se haga cargo de sus cosas… Pues eso.

De hecho, si tuviera que quedarme con algún personaje de cuento elegiría al Sombrerero Loco. Ese tipo sí que es un genio. Se pasa los días celebrando su no cumpleaños. Lo que le aporta fiesta a gogó (no es lo mismo salir una noche que todas las noches menos una) y encima demuestra lo inteligente que es porque en lugar de celebrar que le cae un año más se alegra por los otros trescientos sesenta y cuatro en que no lo hace.

Sea como sea, el caso es que hoy, paradójicamente, no es mi día. De modo que cuando abro el armario me decanto por ropa oscura, preferiblemente de color negro. Me visto en tres minutos, desayuno sin ganas y, tras lavarme los dientes y alzar la vista al espejo del baño, me encuentro con que tengo más ojeras que un oso panda con insomnio porque me he pasado la noche acongojada porque amaneciera. ¿No os había dicho que hoy no era mi día?

Decido maquillarme a toda prisa porque llego tarde, aclaro que esto no tiene que ver con el día que es y, al abrir el neceser, me vuelve a invadir mi yo derrotista, por lo que diez minutos después parezco un emo. Y oye, que tampoco es tan malo, porque me siento como si lo fuera. El caso es que el mundo ha decidido llevarme la contraria y cuando salgo a la calle brilla el sol, los pajaritos cantan y el buenorro de mi vecino, que no me mira ni para evitar chocar conmigo, me saluda con una sonrisa cuando nos cruzamos en el portal.

¡Esto sí que no me lo esperaba!

“Puede que tenga un año más, pero sigo siendo irresistible”, me animo mientras voy hacia el Metro. Una vez en él busco a mi amor perdido, lo malo es que nunca le encuentro. Mientras llega mi parada saco el teléfono del bolso y lo desbloqueo para ver cuánta gente me ha mensajeado, llamado o felicitado a través de las redes sociales. Las notificaciones me alegran un poco el día que, de momento, tampoco pinta tan mal.

En el trabajo todo son sonrisas, y si a alguno de mis compañeros les sorprende verme vestida de riguroso luto ninguno hace alusión. Hasta la Bruja Malvada del Oeste me felicita, menos conocida como la jefa. En la hora del almuerzo mis compañeros me cantan el cumpleaños feliz con tocada de nariz incluida.

Más tarde, cuando parece que lo peor del día ya ha pasado, vuelto a tomar el Metro, pero está tan lleno que me toca ir de pie.



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